Lo que empezó como un chiste dentro del mundo de la realidad virtual ahora se ha convertido en una suerte de “alter ego” que me ha brindado la posibilidad de desarrollar diferentes proyectos y replantear el concepto de marketing inmersivo.
Pero, estoy totalmente segura que si a la Natalia de 14 años le hubieran contado que iba a ocupar un pequeño espacio dentro de la industria de los videojuegos, o similar, probablemente no lo habría creído.
Básicamente, porque por allá en los años 90’s yo tenía un trabajo clandestino en un centro de recreativas y aunque soñaba con formar parte del equipo de Nintendo habían algunos aspectos que jugaban en mi contra. Como que por ejemplo no existía una formación reglada o que la industria era considerada como una gran pérdida de tiempo.
Trabajar en el centro de recreativas me permitía estar en contacto con los videojuegos y consolas del momento, así como adquirir habilidades que en un futuro necesitaría para crear el primer centro de entretenimiento basado en Realidad Virtual de las Islas Canarias.
También, es justo ahí donde se encuentra el epicentro de otros proyectos que lidero hoy en día como LAS CHICAS TAMBIÉN JUEGAN, gracias a frases como: “vete de aquí que las niñas no juegan videojuegos” o la que quizás marcó mi futuro de manera definitiva: “un día vas a tener que pensar algo de mujeres que te de comer, como comunicación social, psicología o administración”.
Replanteando las bases del marketing inmersivo
Después de convencerme que los videojuegos “eran cosas de niños” y que la comunicación social era “una carrera de mujeres” decidí dejar aquel trabajo clandestino y dedicar mi vida a una carrera «más apta y rentable».
En el 2001 mi país, Venezuela, estaba dando sus primeros pasos dentro de un régimen político autoritario y yo me había apuntado al equipo del periódico del instituto. Me dedicaba a perseguir periodistas por toda la ciudad de Caracas siendo así testigo de diferentes represiones en contra de los medios de comunicación, lo que me hizo valorar otros medios para profesionalizarme como el marketing y la publicidad.
Después de varios años de estudio, por allá en el 2008 conocí una plataforma que revolucionaría el internet.
Este fue el año en el que se popularizó Facebook y yo me volví literalmente adicta. Ya en la universidad empecé a plantearme presentar una trabajo final de grado que hablara sobre los beneficios que esta red podría traer a las empresas como medio de conexión con sus clientes, de una forma orgánica y cercana.
Para pagar mis estudios universitarios trabajaba como secretaria en un escritorio jurídico, que para mi suerte llevaba la cuenta de Ogilvy Latam.
Recuerdo claramente como un día me tocó ir a la agencia para entregar unos documentos, y animada por el ambiente “progre” de este tipo de empresas me lance a preguntarle a un directivo sobre «¿Qué pensaba él de Facebook?» a lo que me respondió mirándome a los ojos: “Eso es cosa de niños que suben fotos y un poco más”. Es curioso que eso mismo se piensa hoy en día de otras plataformas como Tiktok o sobre la realidad virtual y aumentada.
Sin embargo, en esta historia no voy a hablar sobre lo que conocemos hoy en día como marketing digital convencional, más bien, me gustaría centrarme en el concepto de marketing inmersivo y dejar una ventana abierta a la reflexión tomando en cuenta el crecimiento de Facebook/Meta en los últimos años y la forma en la que ha impactado en la comunicación de las marcas.
La realidad virtual y su influencia en mi perfil
Siempre que me hacen una entrevista o que conozco a alguien me hacen la misma pregunta:
¿Cómo conociste la realidad virtual?
En principio me daba algo de vergüenza admitirlo, pero en poco tiempo tuve que revelar que fue después de unas cervezas en simulador expuesta en un centro comercial.
Recuerdo que después de probarla, mi esposo y yo no parábamos de hablar de lo extremadamente fascinante que era y la forma en la que los límites de la pantalla se desintegraban volviéndote parte del juego. En mi mente, solo podía pensar en todas aquellas partidas de Mario Kart en las que intentaba controlar el personaje con los movimientos de mi cuerpo.
Así fue que empecé a documentarme, formarme, jugar y desarrollar emprendimientos que integraban la realidad virtual en España, primero con Virtual ON y poco tiempo después con VR Loyal Dogs. Estos dos proyectos me han servido como puente para validar las diferentes ideas que iré planteando en los próximos artículos.
Todo esto unido a varios hitos en la industria me han hecho desear replantear el concepto marketing inmersivo y cómo las marcas pueden conectar con el público gracias a las tecnologías inmersivas. La compra de Oculus en el 2014 por parte de Facebook/Meta, por ejemplo, fue solo la punta del iceberg de lo que considero será una nueva manera de hacer marketing.
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